A diario observamos un sinnúmero de personas viviendo sin alegría, sin tranquilidad y sobre todo, sin libertad: simplemente sobreviven.

El motivo principal yace en el mundo exterior. Nos movemos, actuamos y pensamos pendientes de los éxitos tangibles y visibles. ¿Cuántas veces estamos preocupados por lo que no tenemos o por el miedo a la carencia? Temor por la falta de tiempo, de recursos económicos, de salud, de competencias, de energía, de conocimientos. Sentimos o creemos sentir que nos falta control, motivación, confianza, seguridad, amor o reconocimiento. Además, nos ocupamos de hacer felices a otros y de hacer esto o aquello para sentirnos aceptados por los demás.

En pocas palabras, nos olvidamos de nosotros mismos. Al hacerlo, no nos dedicamos a nuestro mundo interno, sea por falta de tiempo o porque sencillamente creemos que todo está bien.

Preguntas como ¿quién soy yo realmente? ¿Qué debo hacer para ser feliz? ¿Cómo puedo sentirme bien y disfrutar del día sin estresarme? Son todos cuestionamientos que nos llevan a dar el siguiente paso.

Es hora de incluir en nuestro entrenamiento deportivo, laboral y social, la búsqueda existencial. Este no es más que ser y querer ser dirigido por la voz interior que nos permite escuchar nuestros deseos más íntimos: estar un tiempo atentos a algo importante en nosotros pero que aún no es claro y que “no es prestarle atención a los sentimientos sino a algo más profundo” dice Eugene Gendlin, filósofo y creador del método Focusing – técnica de enfoque corporal.

“Ve a tu interior; llama allí y pregunta a tu corazón lo que no sabes”

– William Shakespeare –