Libérate de tu Estrés
A diario estamos frente a situaciones que nos hacen sentir molestos, ansiosos, nerviosos, intimidados o deprimidos. Estas reacciones emocionales desagradables son conocidas con el nombre de estrés.
El estrés agota nuestras reservas de energía, pues cuando al cuerpo se le exige una carga extra por presiones de trabajo, personales o interpersonales, el organismo hace uso de toda su reserva. Además, los músculos se tensan y se acelera la respiración y, en consecuencia, el ritmo cardíaco.
Es importante reconocer, darse cuenta y ser, realmente, conscientes que el estrés es lo opuesto a estar relajado y, por consiguiente, es muy importante comprender que si vivimos a un ritmo acelerado, debemos aprender a relajarnos para evitar mayores complicaciones. Debemos tomarnos un tiempo al día para desconectarnos y alejarnos de nuestra rutina diaria.
Una herramienta efectiva para realizar cambios enteramente positivos en nuestras vidas agitadas es tomar sesiones antiestrés a través de la meditación y la relajación. De hecho, hace miles de años que se adoptó el hábito de meditar para alcanzar la armonización y el equilibrio del ser humano a nivel mental y emocional. Actualmente, es recomendado inclusive por científicos y expertos. Muchas personas públicas también meditan: Bill Ford, presidente de Ford Motor Company; el magnate de los casinos Steve Wynn; Phil Jackson, entrenador de Los Ángeles Lakers; David Fischman, miembro fundador de la UPC, etc.
Practicar la relajación y la meditación puede hacerse de varias maneras; sin embargo, el ingrediente esencial para manejar el estrés es la respiración. El simple hecho de poner la atención a nuestra respiración es relajante por sí mismo. La respiración es el espíritu, la fuerza animada de la vida, la que calma nuestros pensamientos y emociones; y con ella, alcanzamos niveles profundos de sosiego.
Los ejercicios de estiramiento previo son necesarios por si sentimos alguna tensión en el cuerpo. Atentos a nuestra respiración, mantenemos el músculo tenso por algunos segundos y luego lo soltamos; movemos la cabeza haciendo un círculo suave hacia cada lado; levantamos los brazos tratando de tocar el techo y hacemos movimientos circulares con los hombros.
En una situación de estrés, hay que llevar la tensión a un plano consciente y respirar lenta y profundamente. Al inhalar imagina que la energía de luz o prana ingresa por todo tu cuerpo logrando sentir paz y tranquilidad y, al exhalar, experimenta la sensación de que el estrés se libera. Podemos también enfocarnos en una palabra como “calma” o en ciertas afirmaciones positivas como “todo está bien”, “mi mundo es perfecto”, “mi mundo es seguro”, etc.
Al respirar mejor, ingresa más oxígeno al cerebro, nuestra mente se aquieta y nosotros entramos a la parte más profunda de nuestro ser: nos sentimos serenos y calmados. Es como ir al fondo del mar; mientras en la superficie hay grandes movimientos de olas, sonidos y viento, abajo todo está quieto, nada se ve afectado: allí todo es silencio.
Debemos permitir que esa calma se mantenga durante el día porque es la gasolina que necesitamos para contrarrestar las preocupaciones, los miedos, las dudas, la tristeza y todas las emociones que no nos dejan avanzar tranquilos, sosegados y en paz.